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sábado, 2 de noviembre de 2013

Despedida y cierre

Para los que vivieron los setenta, "despedida y cierre" tiene que sonar muy familiar. Era cada noche el punto final de la programación de televisión cuando sólo teníamos dos canales y ninguno de ellos funcionaba mucho más allá de las doce. La hora de la Cenicienta, cuando los lacayos vuelven a ser ratones y el lujoso coche se convierte en calabaza.

Ha llegado también mi hora de la Cenicienta. Hace unas semanas leía una frase de una escritora veterana, con la que no puedo estar más de acuerdo: "Estoy en la fase en la que me interesa más evocar mis recuerdos de un pedazo de realidad, que esa propia realidad". Algo así me ocurre a mí. Este blog fue concebido como un intento de convocar mis recuerdos de la Salamanca de los setenta y creo que mi almacén de recuerdos está ya casi completamente vacío. Y la Salamanca de los setenta me interesa, claro, pero mucho menos que mis recuerdos de ella. Agotados los recuerdos, no tiene sentido seguir. La investigación sobre aquel periodo de la historia (de la vida, quizá mejor) de nuestra ciudad debe hacerse, debe proseguirse, pero no me siento con fuerzas para ser uno de los que contribuyan a ella.

Así que, adiós. Ha sido un placer compartir estos recuerdos con algunas personas en las que pueden haber evocado recuerdos similares. O a las que pueden haberle revelado la continuidad esencial entre la Salamanca que ellos han conocido algunos años después y la Salamanca que fue nuestra ciudad hace cuarenta años. Una Salamanca a la que quise con pasión, una Salamanca que me sigue fascinando.